miércoles, 5 de junio de 2013

Puerto Viejo (Costa Rica) - Esa imagen en madera

Bote y bus Bocas del Toro(Panamá)-Puerto Viejo: 25 dolares. Duración: 4 horas.
Hostel: Rocking J's. Precio: 6 dólares carpa, 7 hamaca. Calidad: muy buena.


Si, este pueblo es bonito. Definitivamente Costa Rica desde el primer momento era lo que yo esperaba. Un país de belleza extraordinaria, inundada de naturaleza verde.
Anhelaba, también, conocer a su gente y extasiarme con la frase tan famosa de Costa Rica: pura vida. Hacía años había robado los derechos de la frase y encontrarme en el germen que dio inicio a ese intercambio de energía en tan sola una frase, me fascinaba. Me  generó un poco de desilusión escuchar a algunos decirlos de manera desganada como cuando alguien dice "de nada" ante un "gracias". A pesar del paraíso del cual Puerto Viejo es fiel imagen, el pequeño y turístico pueblo no cumple con las condiciones que, típicamente, cumplen los pueblos (que ya extrañaba a rabiar) de la bella y hospitalaria Sudamérica: las 3b - Bueno, Bonito y Barato. Este pueblo es absurdamente caro. Ni comprando arroz en el supermercado se hace barato y mejor no hablar de la manzana por el módico valor de dólar y medio.
Llegué a un hostel/camping de interesantes características llamado Rocking J's recomendado por un amigo y me encontré con Surfers de los puntos mas distantes del mundo que se encontraban en el relajado lugar. 


El hostal Rockin J´s...
... y su ambiente hippie y surfer
Un poco de fiesta a la noche del hostel.

Envidié sanamente (aunque muchos aseguren que esa envidia no existe) la vida de estos deportistas que caminan la tierra en búsqueda de rabiosas olas para saciar su hobbie. Respecto al pueblo, creo conveniente describir la oferta de desiertas playas que hay en los alrededores donde uno se puede sentir dueño. La junglas de fondo las hace únicas. Bañarse y caminar entre arboles y arbustos se lo puede hacer con tan solo dos minutos de diferencia. Soportar las hormigas que pican, no obstante, se hace mas molesto que los mosquitos. A pesar de estar en la costa del mar Caribe el agua no es la celeste del parque Tayrona (Colombia), ni tan tranquila como San Blas (Panamá). Esas playas tienen otro tipo de atractivo: la gente sigue llegando abobados, principalmente, por la calidad de las olas.

Puerto Viejo tiene decenas de playas verdes y tranquilas.
Muchas playas en Puerto Viejo están prácticamente desiertas.
Un atardecer en Costa Rica.

Mirar las olas de Costa Rica, por otra parte, me hizo comprender (pues tiendo a ser lento) el motivo por el cual es el paraíso de los surfers: sentado en la orilla solo se escuchan los gritos de hostiles olas que envuelven a la tierra costarricense y rompen con una furia artística.
Con mi amigo sueco Anton y otros 
bicicleteando en Puerto Viejo
Rodando en Puerto Viejo.
Alquilar una bicicleta por el día a cambio de 5 dólares me hace creer que es la mejor inversión. Andar en bicicleta es sentir la libertad total. Pedalear es encantarse por las pequeñas calles envueltas de naturaleza, es poder apreciar las construcciones de madera de arquitectura caribeña con un fondo selvático, es ver restaurantes con suaves luces y música chill-out, los bares de relajado ambiente con los tambores de un reggae. Y si, genera deseos de vivir allí.

Playas solitarias para pasear en Puerto Viejo
Concurso de Castillos de Arena en Punta Uva

De hecho así es para miles de extranjeros: cientos de dueños de hostales, restaurantes, bares y agencias de turismo son extranjeros que llegaron, probablemente, seducidos por la calma del pueblo y la paz que se respira en la atmósfera. Muchos, si no la mayoría, son gringos autoexiliados de su babilonia natal. Apropósito de esto, yo lo describo como la colonización del siglo XXI. Costa Rica parece ir en camino, como platicaría luego con un amigo colombiano, a ser Costa Gringa.

Noviembre y Diciembre, una mala época


Lamentablemente para mi la época de noviembre y diciembre suele ser lluviosa y mi estadía en Puerto Viejo no fue la excepción.
En las noches el cielo estaba gris claro, tan gris que incluso iluminaba la noche. Aguaceros caían desde el cielo llegada la noche y la mañana continuaba con el envión. Llegando al mediodía ya se podía salir a disfrutar. El snorkel que había comprado en Panamá seguía guardado sin perder su castidad ya que la lluvia generaba poca visibilidad debajo del agua. Punta Uva, playa donde recomiendan el snorkel y donde se pueden ver arrecifes, quedó, entonces, para otro viaje.


Próximo destino: La Fortuna

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